Todo comenzó un día cuando mi amiga Margarita empezó hablarme de su muñeca Soraya, que la tenia a la pobrecita en cueros y no encontraba ropa para ella, pues las muñecas de ahora tienen otra constitución.
Yo nunca había hecho ropa, pero como me gustan tanto las muñecas, me lance, y la dije, Margarita, miramos unos retales y yo te hago la ropa.
Desde entonces me ha vuelto el espíritu de volver a jugar con las muñecas, gracias a Margarita. Porque, tengas la edad que tengas, es bueno volver a la niñez, para disfrutar de ellas.
Cada vez que no comentas, un gatito muere. Piensa en ellos...
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