la verdadera historia de nuestra muñeca Soraya. Capitulo I

Estimados seguidores de nuestro blog de Soraya,
He estado pensando, y creo que os debo la verdadera historia de lo acaecido con nuestra muñeca Soraya.
Todo empezó tråjicamente, un sombrīo dia del mes de noviembre, en el que la casa de campo familiar que todos habīamos abandonado, se quemó.
La triste noticia nos llegó tarde, cuando ya nada tenīa remedio, y cuando vimos con nuestros propios ojos que todo se habīa perdido...
Hablo de todas aquellas cosas, que  habian pertenecido a la familia varias generaciones atrás, como revistas de los años 50; estolas de piel de los años 40; muebles y enseres de mis abuelos y bisabuelos, que hasta aquel humeante día , formaban parte de la vida de mi familia y que, a causa del monstruo más temible para ellas,  las llamas de un hambriento fuego, desaparecieron para siempre....
Sin embargo, no lo consideramos como una gran tragedia ya que no se perdió ninguna vida humana.
Es por ello, que todos nos mirábamos con extrañeza, habīamos salvado nuestras vidas, pero habíamos perdido todo lo que nos quedaba de ellos.

Avanzamos por las largas escaleras, descubriendo a cada instante nuvas pérdidas; tanta desolación no cabía en nuestros corazones que se encojían a cada paso que dábamos...
La casa se nos presentaba como un ser que expiraba continuamente tremendos alaridos de dolor por sus graves quemaduras. No podíamos apartar la vista que nos obligaba a mirar el dolor y el vacío de varias generaciones...
En la azotea de la casa, unos pequeños cuartos fabricados hace años para guardar arretrancos habían salvado algunos enseres, nos alegramos por encontrar algo ileso del fuego.
De repente, todo se tornó alegría, habíamos encontrado algo  vivo en la casa...

CAPÍTULO II.

En efecto, una pequeña plantita arrinconada en una de las esquinas de la pared, sobrevivía gracias a una mancha de humedad..Mi prrimer instinto fue el de refrescarla con un poco de agua. La pobre, me lo agradecía mientras lo hacía y me miraba, me miraba... sus hojas se clavaban en mis ojos.
-Aunque el fuego no llegó al patio de la azotea, el humo ha asfixiado a todas mis amigas-me susurró al oido la plantita mientras la regaba.
Al punto, sentí que aquel pequeño "ser verde", se recuperaba. Poco a poco, comenzó a estirarse y a crecer como la hiedra y a donde  ella llegaba, las cosas ya no eran las mismas, porque ya no eran seres inertes, sino que al igual que ella, se llenban de vida...
Ésto, lo descubrí meses más tarde, cuando la casa parecía que comenzaba a gobernarse sola y que todo se  sucedía según su voluntad.
Mis padres decidieron arreglar la casa muy poco a poco, pues no estaba asegurada y los arreglos costaban mucho dinero. Un total de cinco largos años se tardó en recuperala, aunque nunca llegó a quedar como era  antes. Durante todo este tiempo, entraron en ella muchas personas a las que se les encargó el arreglo. Pero ninguna  se mereció el sueldo que ganaron. la casa  no respondía a ningún tratamiento. Simplemente, no quería volver a vivir:
Un día, un trabajador pintaba una pared y a la semana, la pintura se caía y corría como el rápido de un  río hasta el suelo. Otro día, picaron la pared para encalarla, pero ésta se desmoronó como un polvorón en la mano. No se podía encalar, ni pintar. Las ventanas no se podían desencajar de las paredes para reemplazarlas por otras... la casa no quería, no quería curarse...
Sin embargo, todos observamos que todo lo que tocaba aquel pequeño "ser verde" sanaba, y me atrevería, a decir, por lo que después os contaré, que algunas cosas no sólo volvían a la normalidad, sino a algo más...